Ceiba pentandra
La ceiba se distribuye en casi toda la costa del Golfo de México, desde el sur de Tamaulipas hasta la Península de Yucatán. También se encuentra en el lado del Pacífico, extendiéndose desde Sonora hasta Chiapas. Crece en bosques de áreas tropicales, húmedos y subhúmedos, con altitudes de 0 a 1,500 msnm con temperatura media anual de 24º a 32º.
La ceiba era vista como un símbolo de protección y sabiduría. Su presencia en los pueblos y las ciudades mayas representaba la estabilidad y la continuidad de la vida, al igual que la interconexión entre las fuerzas del universo. Los mayas creían que, a través de la ceiba, podían acceder al conocimiento ancestral y a las enseñanzas de sus antepasados.
En algunos templos y plazas mayas, se representaba la ceiba en grabados y relieves. Estos símbolos reforzaban la idea del árbol como el centro del universo, conectando a los humanos con las fuerzas divinas y el destino cósmico. Para los mayas, la ceiba no solo era un árbol físico, sino un eje espiritual que conectaba todas las dimensiones de la existencia. A través de su simbolismo, los mayas encontraban orden y armonía en el mundo que los rodeaba, viendo en este majestuoso árbol una representación tangible de su cosmovisión.
La ceiba alberga diversas especies de animales, incluidos murciélagos y aves. Además, juega un papel crucial en la regulación de los ciclos hídricos en las selvas tropicales, contribuyendo al equilibrio del ecosistema. Su gran tamaño y frondosidad proporcionan refugio y sombra en las zonas tropicales.
La ceiba enfrenta amenazas como la deforestación y la expansión agrícola, que ponen en riesgo su hábitat natural. Sin embargo, en algunas regiones es considerada un árbol protegido debido a su gran valor ecológico y cultural, lo que ha motivado esfuerzos para su conservación.